
Horowicz es un marxista ortodoxo, un intelectual de renombre formado en la escuela nacionalista del “Colorado” Jorge Abelardo Ramos, y un apasionado analista de la realidad del país. Entre otras definiciones sostuvo que Kirchner “comprendió acertadamente que el fenómeno peronista es parte del pasado” y aagregó que “con la muerte de Perón, murió un proyecto de país que ni el peronismo ni la sociedad lograron reconstruir”.
La Política Online: ¿Cuál es su interpretación de lo ocurrido en San Vicente?
Horowitz: Generalmente se suelen comparar estos incidentes con otros del pasado como el 20 de junio de 1973. Antes de decir que esa comparación carece absolutamente de sentido, debemos hablar de un fenómeno que tiene que ver con todo aquello que pasó antes de 1976. Para la sociedad argentina, todos aquellos que tienen menos de 40 años, lo que sucedió en 1976 es una nebulosa sanguinolenta donde todo se mezcla. Esta comparación entre Ezeiza y San Vicente no solo no explica nada, sino que además deshistoriza cualquier cuestión.
Para los menores de 40 años el peronismo es los Montoneros o Menem, y en este sentido no hay forma de volverlo inteligible. Pero en realidad el 20 de junio fue una movilización de dos millones de personas, le repito, dos millones. Campora había ganado con seis millones de votos, lo que significa que uno de cada tres personas que lo votó fue a recibir al Jefe, no solo un Jefe mítico, sino alguien concreto. El regreso implicaba una victoria política y también la presencia era una puja por el poder que se abría.
LP: San Vicente sería casi lo opuesto, el tributo a un cuerpo, aunque también aparece la puja por el poder de algunos sectores que quisieron volver a escena con este acto.
Horowitz: En Ezeiza usted tiene millones de militantes, una democracia de militantes, todos ellos encolumnados detrás de un proyecto. El 76 puso fin a esta dinámica política y se dio inicio a la democracia de ciudadanos, es decir, los ciudadanos peticionan y dicen si, no, quizá. La democracia de los ciudadanos de Alfonsin se cayó política y económicamente, precisamente en Plaza de Mayo en función del levantamiento carapintada.
El doctor Menem no solo no produjo eso, sino que creó una democracia de consumidores. Lo que había que plantear era el sueño ridículo del déme dos, de alcanzar el primer mundo. El menemismo no era solo un conjunto de votantes sino un conjunto de valores compartidos por las victimas y los victimarios.
El estallido de 2001 no es cualquier cosa, es un estallido que pone en tela de juicio todo el orden político existente, pero principalmente el orden de representación. Lo que vemos es un divorcio sistémico entre el orden político que conserva el monopolio de los cargos electivos y la sociedad civil. #FOTO2#
LP: Me gustaría centrarme en la puja por el poder que pudo haber sido lo que motorizó el fracasado evento de San Vicente.
Horowitz: Como le decía, la relación entre el Jefe y el movimiento era algo vivo. Cuando uno dice que la relación esta mediada por un cadáver, no esta diciendo pequeña cosa: esta diciendo que aquellos que han perdido el vínculo vivo hoy han quedado a la deriva y en el naufragio como tantas victimas del menemismo. Pueden haber quedado naufragando en bote de lujo, pero el sindicalismo también naufragó, y hoy su relación con el peronismo se centra exclusivamente en el nombre Perón. No es una relación política viva, es una relación alucinante, con el fetiche que sustituye la política, ellos imaginan la postal de luchar por el poder, pero están alucinando. Esa puja por el poder es de una absoluta despolitización, despolitización que profesan esos dirigentes sindicales que hacen una especie de efecto parodico y que transforman esta lucha de poder en una lucha de borrachos.
Los activistas de lunes a viernes están en el sindicato y el fin de semana en la cancha, estamos hablando de una pelea de barras bravas, no de una pelea por ideas.
LP: Entonces, ¿con la muerte de Perón murió el peronismo?
Horowitz: Con la muerte de Perón murió un proyecto político y el peronismo no fue capaz de sustituirlo por otro. Y más bien, no solo el peronismo sino la misma sociedad no fue capaz. La política argentina es un lugar completamente vacío.
La muerte de Perón mata su proyecto y luego viene el cuarto peronismo que no tiene ningún proyecto. Arranca con Isabel Perón y tiene su clímax con el doctor Menem. Es un peronismo sin tarea histórica, vacío, que retoma como propias las tareas que el mercado mundial le impone a la Argentina. No se plantean incidir dentro de la globalización. China participa dentro de este mundo según sus términos, no según la opinión del último funcionario del Banco Mundial.
La derrota de un proyecto, el fracaso, supone el fracaso de una dirección y de una cultura política. La posibilidad de poner en ejercicio crítico el programa de Perón supone poner primero en juicio lo que significó el 76 y esa es la gran dificultad de la sociedad argentina, dificultad que recién ahora con la punición de los actos genocidas empieza a revertirse. La prueba es que uno de los testigos clave hoy no esta, y lo que es peor, sabemos que no esta pero también sabemos porque no esta y de que se trata. Este es el singo de una amenaza que permanece presente y en el centro de la conciencia de la sociedad.
LP: Me gustaría que profundize en como repercute en nuestra sociedad, más no sea en la subjetividad de la conciencia, la desaparición de Jorge Julio López.
Horowitz: Es un intento por conservar el orden anterior de algunos sectores, pero es un intento fallido. Es verdad que en el anteúltimo acto hubo una movilización importante de la sociedad argentina, pero no es una movilización del rango requerido para quebrar esta situación.
LP: Pero hace poco fue la marcha que organizó Juan Carlos Blumberg, y también se presentó espontáneamente mucha gente. ¿No cree que subterráneamente esta empezando a suceder algo?
Horowitz: Cuando uno escucha la Agenda Pública de la sociedad argentina y ve que la seguridad es un centro, comprende rápidamente que la Agenda Pública es la de un country. En un país desvastado políticamente como el nuestro, nos recuerda que la Argentina no solo fracaso en el 74, tuvo que soportar el 76 que implicó la reprimarización de la economía Argentina en condiciones nunca vistas. La Argentina no tiene escala para la vida política, tiene escala cuando el rango de las decisiones forma parte de el rango de los problemas. #FOTO3#
LP: Teniendo en cuenta su reflexión, ¿es un acto de sinceridad el que ejerce el presidente Néstor Kirchner al no fetichizar la imagen de Perón, y tomar cierta distancia de su figura?
Horowitz: Es claro que pone una distancia. Si él tiene algo claro es precisamente que el peronismo es un fenómeno del pasado, que el peronismo no es un rango de vitalidad real y que el peronismo es simplemente el punto donde se abroqueló el último pedacito que permitió soportar el estallido de 2001. Duhalde a diferencia de Alfonsin comprendió como podía timonearse una situación como esa, y en lugar de preocuparse por la interna, agarró a tres candidatos de un mismo partido que permitieron oxigenar la política argentina.
Ahí, por ese agujerito emerge Kirchner, que tiene que ver más con el azar de la política que con el orden del determinismo político. Esto le permitió a un gobernador de una pequeña provincia sureña que por los mismos vaivenes de la crisis, pudiera pasar al centro.
Y hoy, lo que entiende Kirchner es cuales son aquellos elementos de la política que ya no tienen ninguna vigencia. Entiende que los militares son el pasado, entiende que el sindicalismo es un poder del pasado con el cual es bastante sencillo negociar y que ya no tiene poder para extorsionar política y económicamente a nadie, entiende que el sistema de partidos políticos no tiene ningún valor por lo cual no hay mucho que negociar salvo en los términos de gestión, y entiende que no debe imitarse en una tradición inventada. Toda esta comprensión sería magnifica si el presidente tuviese algún proyecto que fuese más allá del día a día. El presidente más allá de hacer caja y del día a día no parece tener ideas.
LP: ¿Entonces, esos ataques airados de Kirchner en los palcos son premeditados y no parte de un animo destemplado según su parecer?
Horowitz: Totalmente. Si usted mira bien el ataque a la Iglesia es el prologo del juicio a Christian Von Wernich, que no era un capellán cualquiera. Fue un cura protegido por la Iglesia del país, sacado al exterior, tuvo que regresar impuesto por condiciones judiciales, asumió que participo directamente en torturas y esta involucrado en un nivel absolutamente inaudito con el Proceso, habiendo sido capellán de la Policía Federal.
LP: ¿La política de Derechos Humanos que lleva adelante el presidente también la enmarca en un puro oportunismo político?
Horowitz: No, no, esto del día a día no es algo despectivo. Yo digo que no pareciera hasta el momento que Kirchner estuviera poniendo o por poner ninguna versión estratégica de nada. Lo que parece es que tiene una comprensión muy afinada, es un político realista muy exacto, de lo que sucede y esto tiene que ver con una tradición en la que quizá sea lo único que se asemeje a Perón. El no tiene ni vínculos filosóficos, ni modos de reelaboración con Perón, es un político en las condiciones actuales que sobrevive.
Lo de derechos humanos debe leerse en otros términos. Debe leerse respecto a que condiciones de posibilidad tiene de existir una sociedad con un mínimo de autonomía relativa si no es capaz de punir crímenes de ese rango. Si no, no puede ejercer ninguna pauta sobre nada. Una sociedad supuestamente arreglada por un cuerpo jurídico no puede meter en cana a un ladrón de pasacassete y permitir que un genocida pasee por la calle, porque esto no es gratuito para la salud mental de los argentinos e impide cualquier tipo de política en un sentido normativo.